jueves, 29 de septiembre de 2011


Con tal de mantener el mando (o volver a conseguirlo),
la injuria, la calumnia o la mentira son
habilitadas como armas arrojadizas de aguzado doble filo
 para tumbar al enemigo. Y herirlo. De muerte, a ser posible.


Pero, ¿qué pasa en España, esta España mía, esta España nuestra?  Algo así como los hinchas y forofos del Atlético están mosqueados (cansados, quizá) de la evanescencia fallona de Falcao, así también los españoles (habrá que decir ‘los ciudadanos’ porque la utilización del sintagma ‘los españoles’ resulta peligrosa y políticamente incorrecta), así también los ciudadanos están cansados, por no decir asqueados, de los políticos. ¡Qué olla de grillos, Jesús! ¿Tan importante es mandar? ¿Tan urgente es la experimentación del placer orgásmico que produce el hecho de mandar? Cada insulto proferido en el Congreso de los Diputados, cada improperio, cada insolencia, cada provocación, cada puyazo, cada cabronada, cada frase ingeniosamente (o burdamente) descalificatoria,  cada una de ellas, constituye una paja verbal, eyaculación vengativa incluida, que es coreada ruidosamente con risotadas de escarnio para el enemigo y aplausos obscenos para el actuante. En el fondo, las actuaciones porno acaban por dar asco. Es una especie de constante ‘lo verás pero no lo catarás’, lo cual que acaba aburriendo. De chico, mi tío Eufrasio jugaba conmigo y a veces me enseñaba un melocotón redondo, amarillo, oloroso, maduro. Yo intentaba atraparlo, pero él alzaba la mano y decía: ‘lo verás pero no lo catarás’. Hay que mandar. Todo está permitido. Con tal de mantener el mando (o volver a conseguirlo), la injuria, la calumnia o la mentira son habilitadas como armas arrojadizas de aguzado doble filo para tumbar al enemigo. Y herirlo. De muerte, a ser posible.
Los pretextos utilizados por unos y otros forman parte del guión del espectáculo. Imagino que les importa un pito la crisis, pero mientras unos la rechazan otros la apoyan (de forma latente), presumiendo los primeros de laicidad económica, arriba el bienestar social, y arguyendo los segundos que la crisis es la revolución de la economía pra hacer más ricos a los que más tienen, arriba los grandes bancos, con lo que se pretende reconducir el cerebro del indefenso ciudadano ante la cabronada de la conspiración macro-económica.
Las vergüenzas al aire, así nos tienen. Las vergüenzas son feísimas, vistas así, de pronto, en medio de la calle. El gentío con el culo a las goteras. En este sentido, Rajoy censura a Zapatero porque ha gobernado a espaldas del pueblo durante la legislatura, a cuenta del ocultamiento obsceno de la crisis que se veía venir y que ha llegado de forma irreversible. Zapatero ha recriminado a Rajoy su falta de compromiso político, a cuenta de ningunear sus reformas y de que no acepte que las Autonomías están en suspensión de pagos.  
Todo vale con tal de mandar (conservar el mando unos, obtener el mando otros, véase Rubalcaba). Lo de gobernar es otra cosa. Y así está España.
Porque se manda a los súbditos (dictadura); se gobierna a los ciudadanos (democracia).

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